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La Monja Alférez y Espadachín

La Monja Alférez y Espadachín

LA MONJA ESPADACHÍN

Freddy Céspedes Espinoza

España, 1595, nace Catalina de Erausso, la más famosa monja Alferez que vino a la América a mostrar su valentía en la guerra de la conquista; su espada fulgió en muchas peleas de tabernas y callejones para ajusticiar a los ladrones, bellacos y todo lo que ella consideraba peligroso.

DEL CONVENTO AL GALEÓN

A los cinco años de edad, ya estaba interna en un convento, pero cuando ya iba a recibirse de monja a los quince, decide escapar del claustro vestida de hombre, refugiándose en Valladolid, para luego partir en un galeón con uniforme de soldado hacia América.

Ya en Trujillo, Perú, con el nombre de Alonso Diaz Ramirez de Guzmán, se alistó como soldado en una expedición militar a Chile, donde demostró su fiereza y habilidad para empuñar la espada.

Ya ascendida al grado de Alferez por su temerario valor, intrepidez y fortaleza, la ex monja, tuvo que lidiar con un oficial a quién lo mandó al otro mundo con un certero cuchillazo.

En otra ocasión, un sujeto la molestó amenazándola de muerte, no se inmutó y acto seguido, se avalanzó contra su rival y de un golpe certero, le cortó la cara.

CON DESTINO A POTOSÏ

Ya fugitiva y en compañía de otro soldado, cruzó la Cordillera de Los Andes a caballo dirigiéndose a Potosí, y en el camino mataron a dos individuos que intentaron asaltarles.

En Potosí, volvió a cortar la cara a otra persona, esta vez a una mujer, quién había ofendido a una amiga suya, y por dicha razón fue condenada a servir por diez años en chile sin gozar ningún sueldo para su escarmiento, pero la Audiencia de Charcas, mandó a ponerla en libertad.

COCHABAMBA NO SE SALVÓ

Ya en Cochabamba, mató de una estocada a Pedro Chavarría en el templo. Unos frailes la condujeron al convento y allá permaneció oculta cinco meses.

Siempre con la aventura sobre las espaldas y escapando de sus fieros enemigos, desmonta en La Paz y el primer encuentro agrio la esperaba. El criado del corregidor le arrojó el sombrero sobre la cara, y sin pensarlo dos veces, Catalina le clavó una daga en el pecho despachándolo al cementerio.

El corregidor, la envió a la cárcel, y la puso en capilla, acto seguido se confesó por dos días, el sacerdote que escuchó su confesión quedó espantado, al saber que el intrépido soldado, era nada menos que una mujer de armas tomar.

Tal fue el alboroto por este descubrimiento que la sacaron en procesión. Un clérigo le lavó las manos dejándola en el templo para que se arrepintiera, pero nuevamente se escapó y apareció en el Cuzco donde la hirieron de gravedad, confesando nuevamente a los incrédulos clérigos su verdadero sexo.

Una vez repuesta de sus heridas, volvió a España y el rey, la premió con una pensión vitalicia por los servicios prestados a la corona; también el Pontífice Urbano VIII, le dio licencia para seguir vistiendo el traje de hombre y le recomendó sólo “En conservar su virginidad”. La monja Alferez Catalina de Erausso murió en Nápoles en 1626.

FUENTES

LLANOS APARICIO, Luis.

ESTAMPAS ANTIGUAS DE LA PAZ

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