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Apolobamba o morada de los Dioses

Apolobamba o morada de los Dioses

Apolobamba de los Andes al Amazonas

Freddy Céspedes Espinoza

La Cordillera de Apolobamba, sus espejismos visuales con todas las tonalidades del arcoiris son reales.

Ya muchos, se olvidaron de lo grandioso de estos lugares solitarios. Hay mucho tiempo para reflexionar entre las fuerzas telúricas de Apolobamba y su energía que irradia paz, tranquilidad y silencio.

Aquí en Apolobamba viven los Apus o dioses antiquísimos de nuestra cultura, son espíritus que vuelan de un lugar a otro en carambolas energéticas, chocando sus cabezas entre las vibraciones de la cadena montañosa más bella de Bolivia.

Después del Nudo de Vilcanota en Perú, una bifurcación grandiosa entre a suelo boliviano con el nombre de Nudo de Apolobamba, en una interminable cadena de picos montañosos y lagos verduscos que echan sus aguas tanto al Titikaka como al Amazonas.

Sobresalen el Chaupi Orkho, Cololo, el Palomani, el Katantika, el Machu Sunchulli, y la montaña Akhamani, la más sagrada y poderosa para los Kallawayas y místicos de todo el mundo, que vienen aquí en peregrinaciones sagradas por largos días.

Estas caminatas por las altos pasos de hasta 5100 metros, fortalece el equilibrio mental, físico y espiritual, es la simbiosis perfecta entre montaña y hombre para crear fuerza, razonamiento y respeto a las fuerzas ocultas.

Los Kallawayas, aquellos médicos herbolarios viven en sus faldas entre hierbas medicinales y sus conversaciones mentales con el espíritu de las montañas.

Aquí, es tan real el Anchanchu, aquel ser maligno que dispersa granizadas y heladas, hasta el Thullu Peskho, divinidad con el miembro sexual incandescente que anda en las noches frías, buscando doncellas.

Aquí todo es místico. El centelleo de los glaciares, las vibraciones moleculares de minerales y cuarzos, los ecos musicales de la naturaleza, todo en una amalgama entre el esoterismo y la realidad que nos transporta hacia la montaña Akhamani..
Apolobamba, los dioses andan sueltos, sólo hay que esperarlos para que con su hálito energético, nos vuelvan al equilibrio que tanto necesitamos los seres humanos.

APOLOBAMBA CUNA DE DE LOS DIOSES ANDINOS

Freddy Céspedes

La claridad del amanecer en el altiplano. El illimani, el Illampu y el Huayna Potosí, despiertan para echar las aguas de sus glaciares dormidos, el sol les ilumina sus frentes rosadas; allá en el altiplano los apurados aymaras, corren apresurados para bajar hacia la ciudad de la Paz, mientras otros como yo, se alejan en esa infinita planicie ocre salpicada de papas, habas y cebadas.

El ronquido del viejo Mercedes Benz, y una música estridente de música Chicha, rompe la pasividad matutina, el fuerte olor dulzón de las ropas de los campesinos que excitan el alma, se siente una belleza indescriptible cuando el lago Titicaca asoma tímidamente, para luego mostrar su manto azul de 8300 km2 en la lejanía.

Los ríos que bajan desde el Altiplano alto, alimentan sus aguas a través del río Suches. Todavía se observa los despojos de su fiesta del turbión de los meses de lluvia, ahora está tranquilo, lúcido y bello, más tarde reposará sus aguas en el lago que lo espera ansioso.

El ascenso lento por un camino de tierra, nos muestra los diferentes periodos geológicos en los colores de sus rocas, las pajas bravas de la planicie de Ulla Ulla que marca el único movimiento uniforme del soplido del viento, las llamas, alpacas y vicuñas, ya no se molestan al cruce raudo del bólido de Trans Altiplano, que ya tiene las manchas de tierra en toda la carrocería.

En la lejanía, asoman curiosos los picos altos de la Cordillera de Apolobamba ( Planicie de los dioses o Apus)  que aparecen y desaparecen en el zigzag de descenso hacia Charazani.

Los valles nos abren sus brazos atrás quedó el yermo, los caballitos nativos aceleran la marcha con un certero golpe de una Chirca en sus lomos, los campesinos del valle saludan con una sonrisa amigable, el paisaje adquiere un tono más alegre; estamos en Charazani.

Los caminos pre colombinos

Charazani, histórico pueblo, donde los intrépidos españoles y curas franciscanos fundaron un curato para catequizar a los infieles de Apolobamba, sus casas  coloniales hacen  mucho que las abandonaron, sólo quedan algunas antiguas en pie con sus gruesas paredes, balcones de hierro forjado y techos de paja brava que se caen en pedazos; más allá el progreso, arruinó por completo su bello aspecto del siglo XIX.

Pero los caminos precolombinos están intactos. Desde Charazani, corren hileras de caminos empedrados hacia las diferentes comunidades atravesando ríos, preciosos farellones verdes y sólidos andenes precolombinos que dejan muy atrás a los del Cuzco.

Los cerros, no hay nada más sublime que observarlos calladamente, tienen una historia de siglos, por allá caminaron los trashumantes Kallawayas, los incas, y los aymaras para su sustento; también los españoles incaron sus espuelas para no caer en las oquedades.

Tibieza de valle, el ascenso por el camino pre colombino hacia el poblado de Curva es un trinar constante de mirlos, patos zambullidores en las corrientes de los ríos, los infaltables chihuancos, chaiñas, pichitancas y colibries desde el pequeño y gracioso verde, hasta el fuerte y pesado colibrí gigante, que no puede permanecer mucho tiempo en el aire.

Pueblos perdidos como Niño Korín o Cañizaya, callejuelas estrechas en medio de los andenes, piedras de siglos, graneros que a pesar del tiempo, son todavía las colcas pre colombinas,  esperando que se llenen de maíz, tal como hace quinientos años o más.

La tibia caminata llena los pulmones de una brisa fresca, el ascenso se hace pesado pero bello, 18 km de un serpenteante ascenso estamos muy cerca del místico poblado de Curva, famosa por sus curanderos kallawayas.

Como hace cien años

Curva, población en la cima del cerro, su plaza principal, su iglesia, más allá las construciones del siglo XIX, con sus borricos, mulas y cerdos que caminan en la plaza, nada cambió mantiene su toque rural, los escasos pobladores miran desde sus ventanas y puertas temerosos a los forasteros.

Su posición estratégica la hacen invulnerable, desde curva se tiene una vista formidable del valle. La bruma del trópico de Apolo, no se atreve a subir hasta la cima, más bien permanece descansando en lo profundo de sus cañadones, a la espera de una corriente de aire más caliente lo suficientemente fuerte para abrazar al pueblo cuando llegue la noche.

La montaña sagrada de los kallawayas

Bello amanecer en las carpas, el nevado Akhamani se sorprende al vernos, nos sobrecoge nuestra pequeñez humana ante la majestuosidad de este gigante..

Montaña de casi seis mil metros con su largo cuerpo de glaciares que brillan con el sol. El misticismo que encierra esta montaña va acompañada por la infinidad de ofrendas que recibe frecuentemente, pues para el mundo kallawaya, es la montaña más poderosa, sagrada y altiva que obliga a los más incrédulos a rendirle pleitesía a esta mole que vio pasar muchas generaciones.

 

Machu Sunchulli

Ya van tres días de caminata por la frígida Cordillera de Apolobamba, asciendo lentamente por un camino pre colombino hasta los 5100 metros y ante mi vista está el Machu Sunchúlli, montaña rica en filones de oro que se tragó en tres siglos cientos de almas.

Esta cordillera hace límite con el Perú y es la reserva más grande de cóndores y vicuñas en el Parque Nacional Ulla Ulla donde los altos glaciares forman lagos de diferente color que alimentan al Titikaka.

Todo sea por el oro

El pensamiento europeo, durante el  descubrimiento y conquista de América estuvo fuertemente dominada por las ideas mercantilistas en lo económico. De ahí que la obsesión por los metales, las esmeraldas y otras piedras preciosas haya sido el estímulo de la mayoría de las aventuras de la conquista.

Las leyendas de " El Dorado" y " El Gran paititi", son las expresiones de esa codicia europea por las riquezas abundantes y fáciles.

Las personas o las naciones eran más poderosas cuanto más oro o plata tuviesen.

Para este fin,  se adoptó el trabajo en las minas del Alto Perú  una institución incaica que tenía características diferentes a la concepción de  los españoles, que fueron impuestas en forma inhumana a diferencia donde las minas del inca eran trabajadas por turnos obligatorios por los habitantes de la región.

Consolidada la conquista, la búsqueda de metales preciosos impulsó a centenares de españoles a emprender inverosímeles viajes en busca del preciado metal, llegando hasta lugares inimaginables  en busca del gran Dorado, que según informaciones de ese tiempo se hallaba detrás de Los Andes.

Las misiones de Apolobamba

Los misioneros franciscanos fueron los primeros que se dedicaron a la conversión de las tribus de infieles (Chunchos, Lecos) existentes hacia el oriente de la cordillera de los Andes y con tal motivo efectuaron varias expediciones, unas tomando la vía de Zongo, otras la de Carabaya, y, finalmenente la vía de Camata; detrás de ellos, los capitanes y soldados españoles.

“........En Charazani la orden de los franciscanos establecieron una base de aprovicionamiento y fomento de las misiones de Apolobamba, con cuyo motivo se fundó el convento de Charazani en el año 1686.

Los padres franciscanos también servían los curatos de Charazani, Pelechuco y sus anexos Sunchullí y Suches.

Es así que Sunchullí, mina incaica, pasó a a ser considerada como uno de los centros más preciados por los españoles por tener minas famosas para la explotación de oro.

El nombre completo de la montaña es  Machu-Sunchulli y en quechua significa, “lugar donde cae la lluvia y frío”.

El campamento se encuentra a 4600 metros sobre el nivel del mar.

El lugar es verdaderamente sorprendente debido a que existe gente trabajando en viejas minas incaicas y coloniales.

Cuando se logra entablar conversación con algún minero; lo primero que hacen referencia, es el pueblo enterrado por el “Supay” lo que destruyó por completo la población y todas las construcciones; quedando solamente a la vista, centenares de huesos humanos, quimbaletes y morteros gigantescos diseminados en un amplio perímetro.

Ubicada en la Cordillera de Apolobamba esta mina tuvo en su apogeo un movimiento inusual de foragidos y aventureros  al igual que en Potosí.

Comenzaron a construir habitaciones para uso de los conquistadores, una iglesia y algunas dependencias donde se trataba el metal extraído de las profundidades del cerro.

Su apogeo fue tal que en poco tiempo la concentración de gente se incrementaba por la alta ley del oro que se extraía de sus vetas; el preciado metal tenía 24 quilates.

La Mita como Sistema.

Para este auge del oro, la mita como sistema de trabajo, era la base para sostener la producción junto al uso intensivo de mano de obra gratuita; ya que la mita era un " servicio que debían prestar los indios de todo el Perú, desde los 18 hasta los 50, así se arrancaba al indio del seno de la familia, del terruño regado con el sudor de sus padres, transportándolo a inmensas distancias, se le aplicaba a trabajos penosos para los que no tenía inclinación, se le tazaba el estipendio, y no se le eximía del tributo. Los indios sabían que de las minas no debían volver más, pues consideraban este trabajo como mortal; y para encaminarse a él arreglaban sus cosas y se despedían de sus familiares para siempre."

Existen referencias de que al trabajo de las minas concurrían, por término medio, cuarenta mil indios por año. De estos no volvían a sus casas sino la quinta parte. Así que la mita en 250 años causó la pérdida de casi 8.000.000 de indios que perecieron víctimas del trabajo y de la intemperie.

Nuevamente aparece el oro

Pero el oro desapareció sólo por algunos siglos, los cateadores de minas se introdujeron  a estos socavones abandonados buscando nuevamente el preciado metal. Para sorpresa de ellos, se encontraron con mitayos de la colonia, que al estar engrillados unos a otros perecieron por falta de auxilio ya que en el exterior ya nadie sobrevivía por el derrumbe; murieron de hambre y frío.

El clima frígido se encargó del resto, eran momias  cual sacadas de un refrigerador con sus sombreros de cuero de llama, ojotas del mismo material, piel pegada al cuerpo y un pfhullo ( Frazada tejida con lana de llama)  húmedo y vetusto que les servía de cobija.

Hoy estos mitayos son deidades de la montaña  que protegen la mina.

Hace unos doce años tuve la oportunidad de visitar la mina y estaban allá, están presentes sus espíritus, parece que el sonido de sus golpes contra la roca persistiera.

Desde ese momento me di cuenta que la mita no era lo que aprendí en un libro de escuela, aprendí que la mita era una de de las instituciones más abominables que los naturales  tuvieron  que soportar.

FUENTES: GIRAULT, Louis. Kallawa Curanderos Itinerantes de los Andes.

OBLITAS, Enrique.  Cultura Callawaya.

ARELLANO, Jorge. La Cultura Mollo en  Revista Pumapunku # 12.1978.

Revista Khana. Julio 1959. La Encomienda y la Mita a través de la historiografía moderna por Hilarión Acosta R.

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