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ISMAEL MONTES y el LIBERALISMO EN BOLIVIA

ISMAEL MONTES y el LIBERALISMO EN BOLIVIA

ISMAEL MONTES y el LIBERALISMO

Freddy Céspedes Espinoza

Terminado el periodo presidencial de Pando en 1904, treinta y dos mil ciudadanos eligieron al Coronel Ismael Montes para que asumiera la presidencia de la nación.

Montes, estuvo en la presidencia en dos periodos de 1904 a 1908 y de 1913 a 1917, durante los cuales el programa de su administración fue escrito con hechos tangibles.

Uno de los primeros actos fue definir el tratado de tregua con Chile; suscribió un tratado de paz y amistad con este país en octubre de 1904, ya que no había otra cosa que hacer para librar a Bolivia de la asfixia económica y aduanera a la que estaba sometida.

Con los recursos que obtuvo proyectó un vasto plan para la construcción de ferrocarriles en virtud del cual fueron construidas las líneas de Oruro a La Paz, de Oruro a Cochabamba y de Río Mulatos a Potosí. También consiguió que Chile construyera el de Arica a La Paz. Inició los estudios de los ferrocarriles Tupiza- la Quiaca y la Paz a Yungas.

Fueron también construidas las carreteras de Cochabamba al Chimoré, de Santa Cruz a Puerto Suarez, de Sucre a la provincia de Azero, de Tupiza a Tarija, de Tupiza a Uyuni de Santa Cruz a Yacuiba.

Fue el verdadero creador del ramo de instrucción echando las bases de la pedagogía moderna, creando escuelas y colegios normales contratando misiones pedagógicas en el extranjero, a más de haber enviado a una juventud seleccionada para que fuera a estudiar en universidades del exterior.

Aumentó también en seis veces más los recursos para el ramo de instrucción.

En 1913 las ánforas electorales arrojaron más de ochenta mil votos a favor de Montes y el congreso le entregó nuevamente la medalla presidencial.

Inició su segundo gobierno llevando en esta vez un vasto plan de reformas dentro de la hacienda pública, a las que dio preferente atención sin descuidar las demás ramas administrativas.

Muchos de sus amigos le hacían notar que sus proyectos eran atrevidos y peligrosos porque chocaban con intereses creados, a lo que contestaba sin vacilar:

" Algo he de sacrificar en bien de mi país que por segunda vez me ha traído a regir sus destinos, y si para hablar su ventura es preciso hacer un sacrificio, ahí va la popularidad; no la necesito: lo que me interesa es el porvenir de la República".

En agosto de 1917 entregaba el mando supremo al doctor José Gutiérrez Guerra, y al descender por segunda vez del poder pudo decir en su último mensaje:

 " No creo haber realizado un trabajo mayor a los que efectuaron los mandatarios que me han precedido en el gobierno,  pero abrigo la seguridad de no haber sido inferior en la tarea y en la inspiración patriótica, al más eminente de todos ellos".

Si bien esta primera descripción ligera, normalmente válida para analizar y aprender verdades a medias en colegios y escuelas de nuestro país, sirven como biografías sencillas que muchas veces chocan con el muro de la realidad y lo diferente que resulta cuando nos introducimos fríamente en los primeros años del siglo XX.

EL LITORAL Y EL ACRE EN SUS MANOS

A pesar de las irreparables pérdidas geográficas, para la mentalidad predominante de la época, quedaba aún lo fundamental, el Altiplano Minero, y éste iba a ser el Núcleo Central de las preocupaciones de los gobiernos liberales, que por otra parte tenían amplias coincidencias con los grandes propietarios de las minas, especialmente Patiño

Si el Partido liberal fue la representación de esa generación política paceña, Montes fue la personificación del más acérrimo liberalismo. Según palabras de José Gutiérrez Guerra: " El General Montes ha gobernado el país veinte años, primero como Ministro de Guerra, después como presidente, consejero y como jefe del partido.

Montes fue la más acabada expresión de del pensamiento feudal minero. Calificado por unos,  caudillo y otros como practicista.

En su gobierno liberal subieron los precios del estaño en forma vertiginosa, a él le tocó sellar la suerte de derrotas internacionales y de supuestas glorias de la economía a costa del capital extranjero que se iba apropiando de los recursos a costa del Estado boliviano.

Aun los tratados con el Brasil y Chile como duro imperativo de la fuerza, el liberalismo no resguardó el saldo que ellos dejaron a la nación mutilada. La idea del progreso se cristalizó en el liberalismo como atributo exclusivo del poder extranjero.

Para Augusto Céspedes, " Montes, Perdió de tal manera la visión de las posibilidades nacionales, que consideró a Bolivia incapaz de conseguir capitales propios y extranjeros y la única forma de atraer  éstos, era  vendiendo su territorio".

"Al mismo tiempo, el entusiasmo que sentían los liberales por la prestigiosa producción estañífera y la existencia de otros extensos depósitos de bismuto era casi delirante.

Asimismo abundaba el oro, el antimonio, el wolfram, el manganeso y el petróleo y se hablaba de otras riquezas no metálicas sin explotar que el liberalismo se frotaba las manos, tan sólo al pensar en las libras esterlinas que representaría su explotación".

Bolivia a principios de siglo, lucía  como un emporio de riquezas y el gobierno liberal no tardó en empezar una campaña propagandística destinada a captar los capitales necesarios para explotar, exportar y hacer de Bolivia una nación rica en base a  las cuatro libertades del liberalismo: " Libertad de Culto, libertad de expresión, libertad de comercio y libertad de sufragio, que casi nunca cumplió, exceptuando lo comercial.

Las peticiones mineras a partir de 1900, según estadísticas oficiales se incrementaron, alcanzando un ritmo enloquecido que muestra la voracidad que despertaban las minas bolivianas y la magnitud de los capitales en juego.

El gobierno liberal, acusa una excesiva generosidad en las concesiones a través de grandes facilidades y el resguardo y amparo del derecho y la propiedad de los concesionarios antes que del país.

Mientras sale el estaño y fluye con él la riqueza, el país permanece pobre y el país no tiene fondos ni para atender imperiosas demandas sociales. Ya en 1902 se denunciaba que muchas empresas mineras, a pesar de las importantes utilidades que obtenían, no cumplían con el escaso gravamen del 3 % impuesto por ley.

En 1904, se formuló el tratado de Paz, en que el gobierno de Montes reconoció la cesión del Litoral boliviano a Chile y recibió dos millones de libras de indemnización y el compromiso de Chile para construir el ferrocarril Arica- la Paz.

También con el Brasil en el tratado de Petrópolis, el gobierno boliviano,  arregló la venta al Brasil de 190.000 km2 del Acre por dos millones de libras de "  indemnización ".

Dichos millones significaban menos de los ingresos que obtenía el gobierno del Brasil en un solo año por la goma de ese territorio.

La alucinada búsqueda de capitales en el extranjero, hizo que Montes y los liberales se olvidaran por completo del estaño nativo, como fuentes de recursos para el país. Agotados o perdidos el salitre, la plata y el caucho, cuya demanda era creciente.

La altísima ley del mineral, especialmente en las minas de Simón Patiño, redundaba en costos bajísimos, lo que explica a su vez la velocidad del torbellino con que creció su fortuna.

 Las minas estaban ubicadas en las zonas a las que no podía alcanzar la invasión de filibusteros. Empero el liberalismo se encargó de despachar las riquezas hacia fuera, simplificando la nación al esquema de una factoría de Simón Patiño, cuyo primer capataz fue el doctor Montes, concluye en forma directa Céspedes.

Durante otro medio siglo más, el gobierno de Bolivia mendigó capitales ingleses, alemanes, franceses y americanos, mientras que con su riqueza mineral podía más bien ofrecerlo y exportarlos- como en efecto sucedió- en cantidades fabulosas.

Son varios miles de millones de dólares los que produjeron las minas de  Bolivia y que salieron definitivamente de Bolivia.

Mientras Bolivia enviaba inocentemente sus saquillas de estaño al mercado internacional, no quedaba a los militantes montistas más que beneficiarse con los recursos restantes en el país. Esos recursos eran el presupuesto fiscal y los indios, finaliza el connotado escritor.

" La exportación minera pagaba - continúa Céspedes - , por todo impuesto, el 3 por ciento, y, en el mejor año, el presupuesto  nacional del primer  periodo de Montes alcanzó a trece millones de bolivianos, este pequeño haber abastecía para nutrir a poca gente. Pero los altos personajes tenían la visión panorámica de las tierras pertenecientes a los indios. Los caciques liberales despojaron de sus tierras a los indígenas con su política agrarista, especialmente en las orillas del lago Titikaka, zona muy fértiles en papa, quínua, cebada e indios".

El presidente Montes, combinando la ciencia jurídica con la fuerza de soldados y gendarmes, se hizo vender la península de Taraco, una de las más ricas y populosas comunidades del país. Los indios comunitarios pasaron, con la tierra, a propiedad del presidente.

El liberalismo no concebía otro medio de relación del gobierno con el trabajador que el envío de fuerzas de caballería o infantería a las minas y a las comunidades.

EL LIBERALISMO EN EL PODER

El liberalismo en 20 años y más de gobierno había formado su estructura social, ligando a sus partidarios por intereses de toda clase, por combinaciones financieras y el apoyo mutuo entre los que pertenecían a esta santa hermandad.

Estaba sostenido por un ejército creado exclusivamente para el dominio de una clase, tecnificado por prusianos y sumiso a las directivas de los de arriba. Este ejército se distinguía por su amor al orden; se lucía en los desfiles y se recomendaba al presidente Montes por su obediencia.

La sociedad íntegra estaba constituida por elementos del liberalismo y a los opositores se les consideraba clase media o simplemente como cholos. Para ingresar a los salones y bailar en los clubs era preciso enseñar carta y enseña de " liberal", especialmente en La Paz.

 Además los jóvenes tenían todas las franquicias y posibilidades, desde los puestos burocráticos hasta el matrimonio afortunado.

El gobierno liberal de Montes había hecho su aparición en el poder con millones. Era el primer gobierno de Bolivia después de los desastres del pacífico y del Acre que tenía los bolsillos llenos de libras esterlinas y de acciones de bolsa.  En medio de la pobreza general de la vida gris y de las aspiraciones provincianas, alucinaba a los gobiernos intrépidos y a los hombres de negocios.

 Desde la mesa presidencial caían migajas y las combinaciones a los partidarios incondicionales. Pero era preciso ser liberal, dar vítores en calles y plazas al general Montes; combatir a los opositores y estar dispuesto siempre a batirse por el régimen.

Prefectos, sub prefectos, jueces, militares, profesores, corregidores, poetas y periodistas debían estar teñidos de liberalismo montista. De otra manera eran despedidos y no tenían sino las puertas de la miseria abiertas de par en par y el refugio de la oposición.

Los antiguos liberales que lucharon contra los gobiernos conservadores, que ostentaban doctrina y principios desaparecen o se esfuman; hasta se sienten avergonzados de llamarse liberales y plantean la diferenciación entre " liberalismo y montismo".

Muchos de ellos critican abiertamente a Montes y más tarde constituirán los elementos con los cuales se formaría el Partido Republicano.

Montes aristocratiza su partido, dando lustre y posibilidades económicas a sus miembros más connotados. El Chalet, el negocio, el empréstito brotan del riñón liberal.

Los partidarios liberales, gente con dinero por supuesto, construyen edificios confortables¸ por primera vez aparecen las salas de baño en las casas y los políticos aunque ya no hablan de doctrinas pueden darse el lujo de invitar a sus amigos a sus alegres casas con fachadas con superposición de órdenes clásicos, decorados con relieves muy peculiares. Estas casas contaban con un patio cuadrangular que daba acceso, a través de un zaguán  de ingreso, a un cuerpo de habitaciones que se desarrollaba en torno a él, y que en uno de sus costados poseía la escalera que permitía el ingreso al segundo piso. En el segundo piso se encontraba el gran salón que en la mayoría de los casos ocupaba la totalidad del frente que daba a la calle, con decoraciones de molduras, frisos y pinturas propias de la época".

Estas casas de la época liberal, todavía pueden ser observadas en el Prado, la Plaza Murillo, la Calle Castro, en la final Comercio, la Sucre, calle Linares y adyacentes, todas en la ciudad de la Paz; quedan también ricos ejemplos en Oruro y otras regiones del país.

En cambio los opositores en su mayoría terratenientes conservan la casona feudal, con amplios patios y corredores, en los cuales se acumulan los productos de la hacienda custodiados por el servicial " Pongo" que poco o nada sabe de los odios y luchas de sus patrones.

Pero es preciso ahondar un poco más sobre este partido que se decía liberal y el cual se enfrenta al partido Republicano. En realidad no tenía nada de liberal- a decir de Gustavo A. Navarro, más conocido como Tristán Maroff- a pesar de que agrégose el título de doctrinario, es evidente que la personalidad del general Montes cubría al partido íntegro.

Hombre arbitrario de fuerte carácter, rápido en sus decisiones, astuto y conocedor del medio, supo imponerse sobre sus propios amigos y adversarios.

" Su liberalismo consistió, tal vez, en romper algunas

normas tradicionales y conservadoras de la época, en hacer frente a las críticas con valor y en abrir las puertas al capital extranjero. Pero en su vida privada y pública el general Montes era un perfecto conservador igual que sus adversarios republicanos".

" No era de esos liberales de tipo colombiano o mexicano que sostuvieron luchas tremendas con la iglesia, ni de los que como Benito Juarez o Lerdo de Tejada dictasen leyes a favor de la reforma agraria y del pensamiento libre.

Montes, es un hombre de negocios, un presidente realizador, un gobernante desprejuiciado y a quien no le interesa la crítica. Esto es precisamente lo que indigna a la oposición que califica su conducta de cínica y de desafiante al país.

El montismo nada tiene que ver con el liberalismo. Es Montes quien transforma el partido liberal; es Montes quien cubre con su nombre la bandera de su partido convirtiéndolo en personalista.

El general Pando, Bautista Saavedra, los jóvenes intelectuales del liberalismo quedan olvidados y perdidos en el anonimato si no se resignan a comulgar con el montismo.

Precisamente de este descontento liberal brotará la oposición y, en unión de los antiguos conservadores, se dará vida al partido Republicano.

El nuevo partido no combate a Montes dentro del terreno ideológico puro sino dentro de la moral política, y de ahí que levanta las multitudes y las sataniza contra el gobierno altanero.

“Igualmente cada acto electoral en esos tiempos se convierte en una batalla campal con muertos y heridos.

De una parte el gobierno de Montes lanza sus huestes de matones agresivos y feroces a romper el espinazo al grito de ¡ Viva Montes !; de otra el partido Republicano hace frente a esos hombres y les mata en la plaza pública, les arrebata las armas, les castiga donde puede, en cada tienda de los suburbios existe un reducto republicano; en las casas más pobres se venera las fotografías de los líderes del republicanismo colocados al lado de pinturas de santos; el folklore popular les dedica sus cantos y en cada fiesta se vitorea sus nombres frenéticamente. Es pues una lucha en que nadie se da cuartel”.

Las familias se dividen y los que sostienen al liberalismo quitan el habla a los republicanos. El odio, la pasión, el engaño y las armas más tremendas se esgrimen entre los dos bandos. La prensa es un resumidero de los más bajos insultos; el pasquín grosero campea como instrumento de propaganda.

 No hay día que no se produzca un incidente. Los liberales atacan las casas de los opositores. Se cometen asesinatos en los pueblos; se castiga y se destruye a los que no comulgan con el gobierno; se les persigue y se les arruina económicamente. Y toda esta lucha no tiene un fin claro no se sabe en realidad por qué es.

 La cuestión es derrocar al gobierno liberal que perdura durante veinte años y se halla corrompido. El pueblo sigue a los opositores no porque conoce su programa, sino porque los cree más honestos porque  sus ojos ven diariamente  los abusos, las persecuciones, el fraude electoral.

Además se le ha dicho al pueblo que el montismo es "practicista", que ha vendido el Litoral y el Acre; que esas grandes sumas de dinero se las distribuyen Montes y sus partidarios.

Se agudiza este proceso con el asesinato del general Pando en 1917 atribuido a los liberales y la excitación popular incontenible se desborda ante el acontecimiento.

Cuando el liberalismo nuevamente triunfa y pone en la silla presidencial a Gutiérrez Guerra, el Partido Liberal ya estaba podrido.

Después de cuatro meses en el poder Gutiérrez Guerra cae y el abogado Bautista Saavedra, con cuatro militares retirados y pocos grupos de artesanos, en la madrugada del 12 de Julio, se apoderó de la policía de La Paz. Para el éxito de esta acción bastó tan solo suprimir al "Tigre" Cusicanqui, temido por su crueldad y valentía, a quién, cuatro soldados sorprendieron en un hotel de la calle Evaristo valle y lo mataron a tiros.

Bautista Saavedra apareció en la mañana de ese día en el balcón del Palacio Quemado. Simultáneamente el regimiento Camacho se levantó en Oruro y todo el ejército acató el golpe. El Liberalismo y el montismo cumplieron su ciclo en la historia Boliviana.

Montes, vivirá todavía en las nuevas generaciones porque fue testigo y partícipe de momentos históricos donde se selló la suerte de nuestro país con la pérdida del Litoral, el Acre y tuvo la suerte o tal vez, la desgracia de observar cómo Bolivia se enfrascaba en otra guerra, la del Chaco, donde también nuestro país, nuevamente perdió una gran extensión de su territorio.

Ismael Montes, este gran ciudadano y estadista para muchos y vende patria para otros, nació en la Paz el 5 de octubre  de 1861 y falleció en la misma ciudad el 18 de noviembre de 1933.

FUENTES:

SAAVERA EL ÚLTIMO CAUDILLO. Carlos Aramayo Alzerreca con prólogo de Tristán Maroff.

SINTESIS HISTÓRICA DE LA CIUDAD DE LA PAZ. Julio Diaz Arguedas.

EL DICTADOR SUICIDA. Augusto Céspedes.

ARTE Y ARQUEOLOGÍA # 5-6. Academia Nacional de Ciencias de Bolivia.

 

 

 

 

 

 

 

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